Inauguración: 19/03/2016 – 06:00 pm
Entrada Libre
Cualidad de estar sin nadie más de Felipe Rotjes
“El desnudo no representa simplemente el cuerpo, sino también lo relaciona por analogía con todas las estructuras que se han convertido en parte de nuestra experiencia imaginativa”
El cuerpo sortea los bancos y los rápidos de un tema cargado de implicaciones estéticas, ideológicas y culturales. Se las arregla, no solo para llegar a un buen puerto sino también para esclarecer de manera sustancial el modo en que los fotógrafos se han servido de la figura humana para los más variados propósitos gráficos a lo largo de más de ciento. Actualmente el desnudo suele orientarse en mayor medida hacia mostrar al cuerpo femenino, esto como herencia de una tradición que lo resalta y convierte en objeto de un deseo viril asumido. Sin embargo, anteriormente el cuerpo femenino estaba menos valorizado respecto a su homólogo masculino, visualmente más estructurado y musculoso.En su gran mayoría hombres, los artistas encuentran en el desnudo masculino un yo ideal, espejo magnificado y narcisista de ellos mismos. Hasta mediados del siglo XX el órgano sexual masculino se habia transformado en un aspecto generador de cierto pudor, por lo que en sus representaciónes aparece atrofiado o disimulado bajo cualquier drapeado, correa o funda de espada sutilmente colocada.
Sin embargo, durante el periodo del Renacimiento europeo el desnudo masculino se había beneficiado de la primacía: el hombre como ser universal se confundía en el hombre mismo; el culto a lo masculino, a su cuerpo, se alzaba como norma del género humano. Pero esto no es del todo novedoso, porque en el caso del arte grecorromano el culto a lo masculino también estuvo acentuado; inclusive en el fondo cultural judeocristiano occidental abunda la idea de que Adán preexiste a Eva, que no es más que su copia, origen del pecado.
Durante mucho tiempo el cuerpo masculino en el arte ha sido el objeto de una llamada objetivación (la admiración sin límites por la perfección de los desnudos grecorromanos, pura reconstrucción intelectual de un cuerpo convertido en canon) que ha hecho que su lectura sea acorde con los llamados buenos modales; incluso en aquella del artista Winckelmann que conlleva una fuerte carga erótica. Se muestra entonces una lucha entre el pudos masculino y la necesidad de mostrar su cuerpo y sus posibilidades de representaciones estéticas en diversos contextos.
¿Por qué no se había dedicado nunca ninguna exposición al desnudo masculino hasta Nackte Männer, en el Leopold Museum de Viena, el pasado año? Ante todo cabe distinguir la desnudez del desnudo: un simple cuerpo sin ropa que genera molestia debido a la falta de pudor difiere de la visión realizada de un cuerpo remodelado e idealizado por el artista.
Aunque los círculos academicistas fomenten naturalmente el desnudo en la gran pintura de la historia, algunos temas nos dispersaban de toda su sensualidad y ambigüedad.
En el giro del siglo XIX las reflexiones sobre los caracteres propios de cada sexo y sus fronteras nutren un interés por los amores bisexuales de Júpiter o de Apolo, y la fórmula de un joven héroe muriendo en los brazos de su amante tiene un éxito particular.
La estética realista que se ampara del arte occidental durante el siglo XIX trastorna la representación de la desnudez masculina. En un contexto donde desvelar un cuerpo vulnera el pudor (en la sociedad del siglo XIX en la que reina la dominación masculina, el hombre desnudo parece todavía más obsceno y chocante que la mujer), el desnudo masculino pasa a ser gradualmente todavía más escaso; proliferan las figuras femeninas.
Ante todas estas contradicciones de la cultura, la tradición y las necesidades humanas, la sensualidad y la erotización considerada como propias del cuerpo femenino a lo largo del siglo XIX afectan seriamente la virilidad tradicional del desnudo masculino; sin embargo este golpe no es fatal, ya que este tipo de desnudo está muy lejos de desaparecer en el siglo XX donde la liberación de las prácticas sexuales afirma alto y claro una voluptuosidad que envuelve de una carga sexual al cuerpo del hombre, mostrandose ahora, cada vez más a menudo, con pocas reservas.
Felipe Rotjes (Caracas-Venezuela) es un fotógrafo y comunicador audiovisual (USM) que ha venido desarrollando su investigación artística en el área de la fotografía experimental. Los cursos de formación impartidos por la escuela de fotografía de la Organización Nelson Garrido han representado un aporte fundamental en su estudio del hecho artístico y fotográfico. Para Rotjes las características biológicas muchas veces no son capaces de contener la percepción que el hombre tiene de sí, por lo que su trabajo artístico se extiende hacia el mundo de la identidad sexual en la psique humana, que en variados casos no coincide con la identidad biológica o genética de los individuos, generando un estado de desasociego evolutivo.
Desmontar fronteras de lo homoerótico, desarticular y desafiar herencias ideológicas y culturales respecto a los patrones de comportamiento de la figura masculina son propósitos que el artista explora desde el uso de la fotografía en blanco y negro. Rotjes encuentra un camino para jugar con los matices del no-deseo, de lo erótico atenuado por el propio cuerpo desnudo, en solitario o en interacción con otros cuerpos. Pero la exploración fotográfica del artista visual también indica una investigación antropológica orientada a generar composiciones de una potencia sutil. El resultado fotográfico resalta dentro de una característica que Rotjes nombra como existencialismo prefabricado, donde el uso del artificio y el juego con las composiciones enfatizan las reminiscencias de la existencia humana.