Condenamos la muerte de Fernando Albán, responsabilidad directa de un régimen torturador y homicida. Esta dictadura criminal debe irse ya de Venezuela. Luis Almagro. ( #OEAconVzla 14:22 – 8 oct. 2018.)
El gobierno castrochavonarcocomunista ha dado insólita muestra de refinamiento en cuanto a procedimientos represivos de sus opositores políticos; en efecto, su último crimen pone de manifiesto la adopción de una forma de matar que posee abolengo histórico y tradición a lo largo la dilatada existencia de un país como Checoslovaquia, antes conocido como Bohemia. En lugar de ejecutar sumariamente mediante tortura o disparos, lo que hace el acto en exceso evidente, la dictadura cubacomunista ahora recurre ─o simula recurrir…─ a la defenestración, tan reiterada en dicho país, que algunos la ven como una costumbre checoslovaca; con la importante variante de que ninguno de los checoslovacos sometidos al expedito procedimiento estuvo de acuerdo con el mismo, en tanto que en el caso venezolano fue presentada como un acto “voluntario”, o sea, un suicidio por defenestración.
Defenestración es el acto de arrojar a una persona por una ventana. La palabra procede del latín “de” (de, desde), y “fenestra” (ventana). De manera figurada también significa la destitución o expulsión drástica y humillante de alguien de su cargo o puesto. En este último sentido, recordemos que el supragaláxico comandante eterno defenestró a más de uno de sus subalternos durante su gobierno.
No han sido los checos los únicos en valerse de este procedimiento, muy en sentido contrario, ha sido bastante popular en la historia universal del crimen por ser en cierto sentido una forma digamos “limpia” y rápida de matar, relativamente fácil de llevar a cabo y asimismo de ocultar, presentándola como suicidio, de resultar conveniente.
La defenestración aparece registrada en los anales bíblicos: la reina Jezabel fue asesinada de esa forma por el rey Jehú (Libros de los Reyes I y II). Otro caso notable es el del papa Juan XII († 964), depravado pontífice “que hizo del palacio sagrado una casa de meretrices”. Su leyenda negra cuenta que lo defenestró un marido cornudo al sorprenderlo en el lecho con su mujer; otra versión dice que lo mató de un martillazo y a continuación lo lanzó por la ventana tratando de disimular su crimen. Miguel de Vasconcelos, en l640, representante del rey Felipe IV en la corte Portuguesa, fue víctima de defenestración por iracundos nobles lusitanos. de Lisboa, por la fachada que da al Mercado.
Ahora bien, aunque no es de su exclusividad, lo del gusto por esa forma de asesinar de los checos es un hecho; en su historia se registran al menos cuatro casos relevantes, conocidos como las defenestraciones de Praga. Las tres primeras ocurrieron en el marco de la guerra civil de inspiración religiosa entre católicos y protestantes husitas, un movimiento un movimiento reformador y revolucionario iniciado en el s. XV por Jean Huss en Bohemia; la última, fue una maniobra comunista para afianzarse el poder.
La primera tuvo lugar el 30 de julio de 1419 y se inició por una manifestación de calle, una procesión, encabezada por el sacerdote J. Zelivsky, que exigía la liberación de varios de sus correligionarios encarcelados por el gobierno de inclinación husita. Un objeto lanzado desde una ventana hirió al líder y la multitud enfurecida irrumpió en el palacio. Aprisionaron a un juez, al alcalde y a otros cinco miembros del Concejo, para luego tirarlos a la calle desde una ventana, donde murieron a manos de la multitud. El acontecimiento desencadenó una guerra civil que duró 17 años.
La segunda defenestración ocurre estando en el trono Vladislao II, rey católico y progresista. Pretende acabar con esa guerra soterrada que entorpecía al país; contando con el respaldo de un sector traidor de la comunidad protestante husita, se dispone a poner en práctica su proyecto; la luminosa idea prodesarrollista no es otra que la de matar o ahuyentar del país como efecto del terror a los husitas más radicales; vale decir, hacer una “limpieza religiosa”; sin embargo, estos se enteraron y se adelantaron a sus rivales, En la mañana del 24 de septiembre de 1483 asaltaron los ayuntamientos de la Ciudad Vieja y la Ciudad Nueva, donde primero mataron y a continuación tiraron por las ventanas a los alcaldes y otros miembros del Concejo.
La tercera defenestración, aunque no fue cruenta, desencadenó la guerra de los Treinta Años. Estando en el poder el duque católico Fernando II, decide dar fin a la tolerancia debida a los protestantes, consagrada en la Carta Magna, que permitía la libertad de cultos.
El abuso hace reaccionar a un notable husita, el conde de Thurn-Valsassina. Se alza en armas; el 23 de mayo de 1618 sus fuerzas capturaron a dos gobernadores imperiales y otro alto funcionario, en un castillo de Praga, y siguiendo lo que ya podía considerarse una tradición nacional, los arrojan por las ventanas. Por caer en un cerro de estiércol amontonado en el foso del castillo ninguno resultó lesionado Controlada la asonada, los involucrados recibieron el título nobiliario de von Hohenfall, que literalmente significa “caídos desde lo alto”.
La supervivencia de los tres delegados imperiales católicos se vio en los círculos de esta fe como un milagro, una señal divina de que la voluntad de Dios estaba de su lado.
Una cuarta defenestración sucedió el 10 de marzo de 1948, cuando el Ministro de Asuntos Exteriores checoslovaco, Jan Masaryk, único alto funcionario no socialista que quedaba en el gabinete, fue hallado muerto bajo la ventana del cuarto de baño del Ministerio de Asuntos Exteriores, lo que dio lugar al establecimiento de un gobierno totalmente dominado por los comunistas.
Así que el purulento residuo del castrochavocomunismo por casi dos décadas clavado en la yugular de los venezolanos, nos asombra ahora siguiendo el método de eliminar opositores políticos propio de los checos con el… ¿suicidio por defenestración voluntaria?… del concejal Fernando Albán.
Entre el acontecimiento de 1948 y el ocurrido recientemente en Venezuela, hay una escalofriante semejanza e idéntica sombra los empaña. Todavía hoy, no sabemos qué pasó realmente con el ministro Jan Masaryk. El hecho ocurrió muy al estilo comunista, siendo enmascarado, haciendo aparecer como suicidio lo que probablemente fue un asesinato destinado a “limpiar” al gabinete de disidentes ideológicos. En el caso de Albán todo sugiere con implacable certidumbre que el pretendido suicidio por defenestración es otra farsa grotesca, esta además, sangrienta, del gobierno, en la que, como suele ocurrir con su característica forma bruta de proceder, se le ven a la legua las costuras.