Inauguración: Miércoles 29 de Enero de 2014
Hora: 7pm
Lugar: La ONG
Entrada Libre
Teresa Mulet. Tipo inútil
Por Félix Suazo
Cada palabra –venga de donde venga– es como un guijarro lanzado en un estanque y sus resonancias, a veces, se expanden hasta contradecir su sentido. Para algunos, entonces, la palabra es sinónimo de Verdad; mientras para otros, en cambio, es el testimonio más fehaciente de la incertidumbre humana.
Los alfabetos, la gramática y la sintaxis –herramientas sustantivas del lenguaje– fueron concebidos para conjurar la arbitrariedad de los signos. Sin embargo, el significado de una palabra o una frase puede escurrirse en un laberinto de presunciones. Visto así, pareciera que es inútil confiar en el lenguaje, pues su Verdad está siempre bajo sospecha.
Teresa Mulet ha centrado su trabajo creativo en la investigación de los tipos gráficos, explorando diversos medios (animación, instalación, objetos, libros) y materiales (caucho, plexiglás, plástico, resina, papel), pero siempre interrogando los límites entre el texto y su contexto. Consciente de que vivimos en una culturatransnmedial en la cual los signos saltan de un medio a otro con entera naturalidad, en Mulet la letra puede ser un cuerpo material o virtual, o bien la contrahuella del sentido, abandonando su función lingüística para convertirse en concepto.
“Tipo Inútil. Palabra-Silente” –su proyecto más reciente– constituye la recreación de una imposibilidad, cuando el lenguaje queda atrapado entre la metáfora y la demagogia, incapacitado para transmitir alguna certeza. Dicha imposibilidad, por cierto, no es la clausura del sentido, sino su duplicación paradójica, cuando la palabra es silente, el instante es eterno y el silencio es ruidoso. Frente a la exuberancia poética de tales incongruencias, Mulet ha concebido un alfabeto doble, con letras superpuestas, para construir palabras duales que dicen y desdicen, que afirman y niegan.
Con “Tipo Inútil. Palabra-Silente” Mulet subvierte el principio comunicativo que anima tanto al diseño como al lenguaje, confrontando al lector-observador con un dialecto absurdo, que pone en crisis la razón y la lógica. Ya Rafael Cadenas en su memorable ensayo “En torno al lenguaje” (UCV, Caracas, 1984) se confesaba pesimista respecto al destino de la lengua en Venezuela. El oxímoron –esa figura retórica empleada con frecuencia en la literatura mística y amatoria– se ha instalado en el habla cotidiana, no porque nos hayamos convertido en exquisitos cultores del idioma, sino porque ya no hay conexión entre la realidad y el lenguaje.
En consecuencia, la propuesta de Mulet remite a las contradicciones de una sociedad disléxica y bipolar que –parafraseando a Michel Foucault– no logra articular coherentemente el significado de las palabras y las cosas. En ese contexto, el lenguaje ha perdido su espesor y se ha puesto al servicio de toda clase de despropósitos quiméricos, especialmente para aquellos que desde el poder confunden el diálogo con la perorata unívoca. Frente a ello, las letras escurridas se resisten a ser leídas y las palabras enmudecen. Simplemente ya no se puede hacer nada útil con el lenguaje, excepto hurgar con atención en los intersticios del texto para discernir la verdad del sinsentido.
Caracas, enero de 2014