CIUDADANO VON TRIER / Vladimir Vera

Por Vladimir Vera

Su nombre está asociado a la polémica, porque, seamos justos, cualquier cosa que se le atribuya al director danés, la podemos considerar como cierta. Es por ello que durante décadas, su firma ha despertado el interés de todos los conocedores de cine

Como casi todas las manifestaciones artísticas, el cine también ha vaticinado su muerte. A mediados de los noventa, dos amigos daneses, Apóstoles de la destrucción del celuloide, asqueados por la sobredosis de efectos especiales de Hollywood, crearon un movimiento que cambió el devenir del séptimo arte, algo que no había vivido la industria desde la Nouvelle Vague en los años 50: el Dogma 95. Los nombres de estos audaces directores daneses, que desde entonces pasarían a la historia: Thomas Vinterberg y Lars Von Trier.

Este movimiento planteaba regresar a relatos creíbles, en los que resaltara más la actuación y las tramas, por encima del efectismo. ¿Cómo se haría eso? Por medio de algo llamado “El voto de Castidad”; un decálogo que le simplificaría a cualquier mortal que tuviera una cámara de video, la posibilidad de hacer cine. Pero el señor Von Trier es un rebelde, y fue incapaz de cumplir, por mucho tiempo, las normas que él mismo planteara.

Von Trier, pone su grano de arena en el Dogma 95 con Idioterne (Los Idiotas), una cinta abiertamente anarquista, acerca de un grupo de actores que se hacen pasar por enfermos mentales para burlarse de la sociedad. La película generaría controversia por tener una escena de sexo explícito dentro de su desarrollo, inclinación que se convertiría en una preferencia recurrente de este director. La cinta se convertiría así, en el primer y último paseo de Von Trier por el movimiento que creó.

UN ENFANT TERRIBLE EN CANNES

El Festival de Cine de Cannes, siempre rodeado de polémica, ha mantenido una relación de amor y odio con el incorregible Lars desde el inicio de su carrera. Su primera incursión en dicho festival, fue con su ópera prima Forbrydelsens Element (El Elemento del crimen), que ganó el tercer lugar de la codiciada Palma de Oro, en 1984. Decepcionado por no haberse llevado el más alto galardón, agradeció públicamente “al enano Roman Polanski”, quien, para el momento, detentaba la presidencia del jurado. Pero ese mal sabor de boca le duraría muy poco.

En el año 1996 regresaría con su cinta Breaking the Waves (Rompiendo las olas), para llevarse la máxima distinción del festival. Vuelve pisando fuerte en el año 2000, para repetir el triunfo con Dancer in the Dark (Bailando en la Oscuridad), cinta que ganaría como mejor película y mejor actriz y que contó con la participación, en el papel protagónico, de la cantante islandesa Björk. Esta última premiación, llegó de la mano del caos y la disputa, ya que la misma cantante aseguró a los medios presentes, haber ofrecido hasta 13 millones de dólares solo para poder renunciar al film, acusando a su director de haberla maltratado en repetidas oportunidades durante el rodaje.

Algunos años más tarde, y para no perder la costumbre, Von Trier presenta a sus seguidores una historia que, si bien, no deja de ser poética, llega plagada de escenas de sexo explícito y violencia desbordada. Se trata de Antichrist (El Anticristo), película que aborda los demonios del hombre: “lo escribí porque estaba triste”, declara el danés, quien transitaba por una depresión que lo hizo coquetear con el suicidio. La presentación de este film, vino acompañada por las siguientes palabras: No tengo que justificarme. Yo hago películas y esta es fruto de la voluntad de Dios. Además, yo soy el mejor director de cine del mundo“.

Para cerrar el capítulo de Cannes, Lars, fue declarado persona non grata, cuando en 2013, durante la presentación de Nymphomaniac, su epopeya porno, declarara lo siguiente: Yo entiendo a Hitler, aunque hizo cosas equivocadas. Sólo estoy diciendo que entiendo al hombre, no es lo que llamaríamos un buen tipo, pero simpatizo un poco con él”.

SEXO, DROGAS Y BACH

La producción de Lars Von Trier, en sus propias palabras, ha sido abiertamente influenciada por directores de la talla de Andrei Tarkoski e Ingmar Bergman. Sus visiones, aunque están cargadas de irreverencia, no carecen de la poesía de los maestros. Su obra ha levantado revuelo por la presencia constante de escenas de sexo real, que no dejan indiferente a ningún espectador. Aún no sabemos que es lo siguiente que vendrá de este danés que ha sosegado la rebeldía, dejando las drogas de lado y haciéndose miembro de Alcohólicos Anónimos.

En su última entrevista afirmó lo siguiente: “No existe expresión creativa o artística que no haya sido producida por ex alcohólicos o ex drogadictos. ¿Quien se hubiese interesado por unos Rolling Stones sin alcohol o un Jimi Hendrix sin heroína?” Por ahora, este revulsivo creador, que ha labrado a pulso su estatus de poeta maldito de la gran pantalla, tiene un título para lo que podría ser una nueva serie de televisión: The House that Jack Built (La casa que Jack construyó). “No sé si podré hacer más películas, y eso me atormenta. Porque, ¿qué voy hacer, si no, conmigo?”, afirma el Lars sobrio, que aunque teme que sus próximas creaciones no detenten la misma fuerza que las iniciales, sabemos que nunca podrá dejar de lado la controversia.

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