Diálogo Patético #1: La Imagen de la Verdad / Mafe Izaguirre

 

Advertencia: Este es un ejercicio libre de pensamiento y escritura. Usted puede encontrarse con bellos y significativos errores, unas muy malas conductas gramaticales y naturales contradicciones pero aún así entretenerse. Si quiere establecer contacto conmigo puede escribime a: mafelandia@gmail.com estoy abierta a la crítica constructiva y también a la destrucción masiva e inmoral.


Los Hilos del Caos
Diálogo Patético #1: La Imagen de la Verdad

Junio 2018
Por Mafe Izaguirre
y Pablo Galindo.

La lógica de la verdad persigue lo desconocido, pero a la verdad no la conocemos. Podemos mentarla, exclamarla, pero no así la aprehendemos. Uno de los dilemas acerca de la verdad es que con ella también sucede un ser que parecer ser (¿un ser más o menos claro?), y esto supone un cierto modo de ver. Lo que se cuestiona respecto a la verdad es este “modo de ver” que supone su experiencia, un ver que no implica de forma cerrada la vista en sí sino lo que el ojo precisa.

En este contexto estético, verdad significa claridad. Cabe preguntarse claridad respecto a qué, en qué o sobre qué se dice la claridad, cuándo algo se hace claro. Como emblema gastado de nuestra realidad contemporánea ¿Acaso tal aproximación no pone en relieve la cuestión moderna acerca de la naturaleza del conocimiento y de los límites de nuestra experiencia sobre el mundo? Es por ello que nos dedicaremos a ensayar las dimensiones que supone este problema, en un diálogo entre el pensamiento filosófico y el pensamiento visual. El entendimiento de las fuerzas que modelan la contemporáneidad -nuestra realidad- trae consigo, a su vez, la imposibilidad de vernos a nosotros mismos bajo una mirada sincera e inocente. Lejana a los ideales que nos legaron las grandes tragedias históricas del siglo XX, la realidad contemporánea se figura incierta, inédita y mutante.

A la verdad no le conocemos el cuerpo. Solo a fuerza de intelecto en un gesto de dominio, la verdad se detiene ante nuestra vista como una imagen fragmentada: mutilada. Cuando se habla de “verla”, así como la vida, ella corre fugazmente desnuda y sin pudor, ni miramientos o mediaciones. Sucede en el hecho estético: frente a la verdad la mirada se disloca, se tuerce, se desdobla. Permeable, multiforme, multidimensional, polisémica ¿son así los desplazamientos semánticos que dispone este término?

Traeremos ahora dos caracterizaciones que hacen patente el modo en que la mirada fija el cuerpo de la verdad: por un lado, la mirada del lince; y por el otro, la mirada del basilisco. Certera e impasible, la mirada del lince es capaz de congelar en el acto la realidad del entorno para definir el punto exacto desde el cual éste viene a aprehender el cuerpo de su presa. Al basilisco –bestia mitológica– le basta en cambio con fijar la vista sobre su víctima para darla por muerta. Entre una y otra hay notables diferencias. En la primera, se da la inauguración de un ser que tiene intención sobre algo distinto a él; en la segunda, la mirada se torna a razón de la custodia del sí mismo. El poder fatal de éste último mirar se oculta tras estar expuesto al reflejo de la propia mirada.

¿Cuál de estas dos metáforas describiría mejor nuestros modos de ver en la actualidad? Estos modos provienen de la tradición ilustrada del mundo, heredada en el arte, el pensamiento técnico y la ciencia. La primera metáfora se aproxima a la verdad negando el tiempo y la segunda, el espacio. Ambas plantean a la verdad como un cuerpo puntual y absoluto, que habita en cuatro dimensiones.

Ensayos visuales sobre el problema de la verdad en cuatro dimensiones:

The Image of Truth from Mafe Izaguirre on Vimeo.

Al punto, como a la verdad, si se le mira desde lejos, por su escala en razón al espacio que lo contiene y al movimiento relativo del observador, pareciera un objeto íntegro y fijo (lám. 1). Si en cambio, nos movemos en dirección hacia su eje central, hasta el límite donde el espacio contenedor le permite mantener visible toda su circunferencia, el punto se amplía en superficie definiéndose como círculo (lám. 2). En este momento, las fuerzas internas cobran mayor relevancia. Es así como la verdad también se expande en el movimiento de la razón para transformarse gradualmente de un elemento, a un espacio de significación colmado de tensiones; vibrante. En donde el contexto, por contraste, se forma en sostén para producir sentido. En esta distancia y en este estado de tensión dialogan el origen de la verdad y su sentido. Ahora bien, si nos adentramos de lleno en la verdad, tal sentido se pierde (lám. 3). Es que la verdad no posee facultad en su interior para crear una imagen fija y definida, sino más bien, para generar una hipersuperficie1 penetrable y fluída. Con base a esta premisa, adentrarnos en la vastedad de la verdad significa trasladar la mirada al observador, para entender el mirar como un punto de coordenada desde el cual se pone en perspectiva la realidad. La pregunta que al respecto, podríamos hacernos hoy es ¿cuántas dimensiones poesee el interior de la verdad?

Para cada realidad, existe un entorno abierto y permeable, haciendo de ésta un objeto propenso a la mutación. Este mecanismo de transformación sucede en el plano de intercomunicación sujeto-objeto. Allí en el espacio de interacción, la cualidad resonante o el espacio del eco podría denominarse como una instancia de lenguaje. Es por ello que podemos decir que existen entornos de realidad en donde pareciera que la verdad está cargada de otras verdades potenciales, sentidos y significados. Lo que conlleva a la imagen deliberadamente distorsionada de la realidad o posverdad. ¿Sería entonces la posverdad una multiplicidad de instancias intrínsecas, ecos de la verdad, que sirven a su vez para expresar su magnitud?. En este ejercicio, cada realidad se define como un disco o círculo abierto de entorno propio, que sólo se concreta en tensión con el observador.

Las dimensiones de la verdad contemporánea, ya no pueden entenderse desde el sentido newtoniano u objetivista como si éstas fueran independientes de la mirada. Ni son suficiente las relaciones sujeto-objeto que se establezcan bajo el carácter relativo del espacio-tiempo. No se puede decir que la posverdad parte de un punto en concreto como es el caso del origen de la verdad, ni que puede representarse solo a través de la relatividad general, a partir de las tensiones que establece el observador con los objetos de realidad en un momento determinado como sucede en la filosofía relativista. Más bien, se ubica en la realidad interior del sujeto donde el contexto se vuelve objeto de significado y el sujeto mismo, el sentido. Sus dimensiones deberán ser comprendidas desde la mirada transformadora del sujeto. Podríamos ir más allá, hasta suponer que las verdades consensuadas son producto de la combinación de diversas perspectivas de observación.

La verdad en la imagen contemporánea no persigue nada en concreto -ningún punto- sino múltiples estados de difusión. Muta, se transforma, por y para ser vehiculada y crear más dimensión. La aproximación a la imagen de verdad desde el pensamiento visual nos obliga a preguntarnos ¿cuál es la utilidad de la imagen de verdad en el contexto de la representación contemporánea y cómo podríamos interpretar la imagen de posverdad bajo este marco?

Si la posverdad se plantea en definiciones generales como una distorsión a la forma en que la verdad se presenta ante el observador como una realidad, entonces se infiere de ello una intención ulterior ya no de conformidad con aquello que no se puede negar, sino con la manipulación de la percepción de las masas. Entiéndase bien, el objeto no es la imagen individual, ni la verdad relativa, sino los objetos de la realidad colectiva y sus espacios de resonancia.

La posverdad comparte con la imagen la propiedad de definirse sólo en sus instancias y de significar de acuerdo a su realidad contextual, es decir solo es verdad en la medida que sea mirado y genere realidad en el observador.

La posverdad denota circunstancias en las cuales los hechos objetivos tienen menor influencia, menor sentido. En la posverdad, la verdad de los hechos pasa a un segundo plano. La verdad no es un referente a buscar, no es un elemento común. En tal sentido, la posverdad expresa una apertura del modo de ver, una progresiva desaparición de fronteras o límites entre verdad y mentira, ficción y no ficción. A modo de esquizofrenia, rompe con el entendimiento y altera la percepción, la conciencia y el entendimiento de la realidad. Nos dificulta movernos hacia lo común, por tanto orienta a la disfuncion de la realidad social.

En la posverdad la mirada deforma la realidad a razón de que ella misma está deformada. Se trata aquí de una mirada mal-formada. Aquello que denotamos con el término “mal” refiere a un modo de proceder humano sobre una forma tal que es dada. La deformidad del mirar supone también a este respecto un modo esencial de ser de la vista. Entonces, el término corresponde a un hacer de lo humano, es decir, un comportamiento de lo humano sobre un tipo de realidad. Algo se hace por sí mismo en este comportamiento, y según ello es también algo hacible para un correspondiente proceder. El hacerse por sí mismo de este comportamiento (que puede ser llamado un modo de ver) es la interpretación de los hechos que llamamos reales y que se llevan a cabo a partir de una maquinación. Parece ser una ley de ésta maquinación que cuanto más decisivamente se despliega ésta tanto más obstinada se oculta para sí misma. Esto produce un vacío existencial enorme.

En lo que aquí llamamos maquinación se da la corrección del ser de fuera, es decir, la maquinación como un dominio del hacer de la mirada sobre la realidad. La hechura. El nombramiento de una determinada verdad de lo que posee entidad. Pero esa entidad nos es asible en la objetividad del ente como objeto de representación. Aquello que queda fijo en la mirada. La maquinación capta la entidad del ente más profundo. La maquinación nombra lo soltado en el propio encadenamiento. Se trata acá de un modo de pertenencia de aquello que es opuesto. Y esta oposición es reconocida en aquello que se da en la propia pertenencia. Podría decirse ahora, ¿hasta qué punto aquello que es concebido sigue siendo una verdad todavía infundada?

En el salir a luz de lo natural, el ver se adecua en el aparecer de las cosas mismas. Este “natural” evidentemente no tiene ya ninguna referencia inmediata a la naturaleza, sino que está colocada por entero sobre lo maquinador. Este descubrimiento de lo “natural” (finalmente de lo hacible y dominable) tiene que agotarse un día en sus propias riquezas. La mirada cansada deberá mostrarse ciega ante sí misma y ante los objetos del mundo.


Bibliografía y enlaces externos:
  1. Hipersuperficie en el sentido de una variedad dimensional n que generaliza la noción de una superficie bidimensional a dimensiones superiores. https://es.wikipedia.org/wiki/Hipersuperficie
  2. Transformaciones de Lorentz. Dentro de la teoría de la relatividad especial, conjunto de relaciones que dan cuenta de cómo se relacionan las medidas de una magnitud física obtenidas por dos observadores diferentes. https://es.wikipedia.org/wiki/Transformaci%C3%B3n_de_Lorentz
  3. Pablo Galindo Ramos. Universidad Central de Venezuela (UCV), Venezuela. Licenciado en Filosofía egresado de la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela, docente e investigador adscrito al departamento de Historia de la Filosofía en la misma casa de estudios. Maestro en Filosofía Contemporánea egresado de la Universidad Simón Bolívar con especialidad en Estética, Hermenéutica Filosóica y Fenomenología.
  4. Mafe Izaguirre. Artista visual Venezolana residenciada en Nueva York. Construye máquinas sensibles para explorar la estética de la mente artificial. Actualmente trabaja en Long Island City y en The Fat Cat Fab Lab, East Village, New York. Conceptos tales como el cuerpo sutil, el pensamiento reflexivo, la conciencia, la imaginación y las emociones son los temas centrales de su trabajo. Muchas personas hayan absurda la idea de que puedan existir máquinas sensibles capaces de desarrollar sentimientos. Enmarcado como El Proyecto Mente, Mafe despliega esta discusión controversial sobre el transhumanismo y las máquinas capaces de “sentir” emociones.

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