EL SACRIFICIO DEL CIERVO SAGRADO / Daniel Dannery

CINE PERDIDO

Daniel Dannery

EL SACRIFICIO DEL CIERVO SAGRADO.

(YORGOS LANTHIMOS, 2017.)

La culpa es el principal tema en la última película de Yorgos Lanthimos. La lleva a un sadismo cruel, un festival de dolor en el núcleo de una familia (burguesa, no hay que olvidar), que sufre (en forma de alegoría) las consecuencias de una terrible decisión.

Lo realmente angustiante, es que el juego de dolor propuesto por Lanthimos asume las máximas consecuencias del silencio. El personaje de Farrell (fantástico) es incapaz de afrontar la verdad, el pasado y la culpa.

La familia entonces se va descomponiendo lentamente frente a nuestros ojos, sin un mínimo de conexión emocional. Lanthimos en ese sentido, juega a Bresson de una manera, no bressoniana, pero si derivada, y el resultado es asombroso.

No veía a Nicole Kidman tan sobria desde “Ojos bien cerrados” de Kubrick, y nunca había considerado a Farrell un buen actor (sigo pensando que no lo es) pero sin dudas ha conseguido, finalmente, un lugar que el cine le agradece.

El ritmo anestesiado de la película marca la tensión constante. Esa distención del tiempo, es clave también para entender el comportamiento de los personajes, que habitan <<espacios>> magnánimos, sin un ápice de emoción, haciendo de ellos, lugares casi religiosos, de vacío. Un vacío que se hace presente hasta en la sexualidad de la pareja, conformada por Kidman y Farrell, éste último, que juega a estar con su mujer en modo “anestesia general”, una suerte de fetiche que dictamina hasta las formas vacías del deseo.

La supresión de emociones, en la forma en que los personajes intentan resolver la superficie, simplemente develan el grueso absoluto del tema, si en los “Saló”, Passolini desarrollaba de manera escatológica, la relación entre perversión (no sexualidad) y política para hablarnos de barbarie y crueldad, de una manera tan frontal. Lanthimos lo resuelve sin mostrar el dolor (de una forma emocional), simplemente retratando sus consecuencias.

Por ello puede resultar tan chocante ver a los hijos de la pareja arrastrándose por el piso, una vez que “la maldición” comienza a obrar, siendo cuestionados por su padre y engañados hasta el hastío. 

Resulta curioso también el rol de lo femenino. Representados en la esposa y la hija, ésta última además en pleno despertar sexual, que termina por ser un reflejo del comportamiento materno. Incluso, termina “amarrada emocionalmente” al villano/víctima de la función, interpretado magistralmente por Barry Keoghan, que da vida al enigmático Martin. La aparente sumisión de Kidman, se confronta así misma cuando tiene que verse en la necesidad de obtener respuestas, y lo hace a través de lo único que pareciera conocer (más allá de su profesión, en la que nunca la vemos ejerciendo) el sexo.

La manipulación sexual para la búsqueda de la verdad. Algo que tampoco se logra, cuando Martin es invitado por Kim a tener relaciones. Martin la observa inexpresivo y decide marcharse. Mientras ella solo espera estar a su lado. 

En ese sentido la estructura de los diálogos es primordial. Lanthimos firma un guion que se desliza a veces por el absurdo, los personajes hablan por hablar, una conversación sobre la correa de un reloj, resulta tan divertida, como perturbadora. Y cuando quieren expresar sus emociones, son incapaces de hacerlo sin tener que manipular, como el padre relatando a su hijo un secreto, para obtener de este confianza. Son personajes torpes, ahogados en emociones, y presas de la manipulación. 

Toda venganza está dirigida a hacer cumplir una justicia personal. “El Sacrificio del Ciervo Sagrado”, tiene una connotación simbólica, pagar dolor con más dolor, para intentar ahogar la culpa de un perdón que nunca fue asumido.

Aquí, el ciervo es sacrificado, la culpa no desaparece, el dolor se incrementa, y aunque es una tragedia, la pequeña Kim sonríe al ver a Martin por última vez, el hombre que la hizo arrastrarse por las calles, rasgar sus rodillas, y él la observa a la distancia sin emoción. Como en una versión sadomasoquista de Romeo y Julieta. 

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