“Mi cuerpo es la intención. Mi cuerpo es el suceso. Mi cuerpo es el resultado”
Gunter Brus
Comprensión
Comprender en la distancia de la escritura a los lenguajes de la corporeidad, a sus expresiones o formas de manifestación nos conduciría en principio por el camino de una larga historia de la representación de las corporeidades, pues el cuerpo siempre ha estado presente en nuestros regímenes del ver, siempre allí: historiado, mostrado, presentado, simbolizado, significado y finalmente deseado. Cuerpos permanentemente entrelazados a campos de significantes diversos, que a lo largo de los trayectos humanos se han colocado en medio de una interioridad, no manifiesta, que busca continuamente entender el cómo y el porqué de las diversas situaciones que lo conforman y lo someten a disímiles lugares emocionales, tanto dentro como fuera de nuestra fisicidad.
Cuerpos en los que se ocasionan espacios de conflicto y de resolución de las fuerzas que nos atan a los organismos sociales como evidencia de lo vivible y lo soportable, como normativa, como espejo de una sociedad que se reconoce en él y en el que nos reconocemos, que de manera permanente generan en la acción del encuentro y del reconocimiento mutuo el establecimiento de ““microrelatos o “secuencias de acontecimientos” que muestran su “apertura al mundo” a lo largo de un espacio de tiempo lo suficientemente considerable como para que despliegue, su exteriorización”, como narrativa propia y reveladora de los acontecimientos y de las tensiones que en ellos se suceden.
Los lenguajes corporales emergen en la esfera del arte como “un verdadero campo de batalla y un problema político porque el cuerpo es fundamentalmente político” al definirse en su toma de posición en relación consigo mismo y para otros, y donde el cuerpo trasladado al lenguaje del arte, en la actualidad, cumple con la función de establecer en él una multiplicidad de relaciones y tensiones no visibles, pero que en la apertura de su ser hacia el otro condensa una visibilidad otra, extraída de los hilos de existencias no enunciadas, no mostradas que al rasgar las capas de significación profunda de los malestares sociales y culturales surge la intención de hacerlos evidentes, palpables para poder hallar en ellos la explicación de aquello que escapa del control del mismo y del otro, o de nuestra condición humana.
De aquí, que el lenguaje del cuerpo en el arte actual conforme un gran cúmulo de modos performáticos, plagados de correlatos que van más allá de lo biológico, o de la formulación de géneros; debido a que los cuerpos se han transformado en presencia de complejos y laberínticos entramados simbólicos, donde los mismos emergen como dispositivo de consciencia en los que “se ponen en juego valores sociales tan importantes como la definición de la identidad, la regulación de las conductas, la intersección entre lo público y lo privado o la determinación de la diferencia y la orientación sexual”, así como también posiciones políticas, historias de desplazamiento forzoso, añoranzas, angustias, perdidas junto a otros campos de relaciones físicas y emocionales que marcan a los cuerpos desde sus relaciones, desde las mediaciones del ser y el soy conmigo y con otros.
En este sentido, el cuerpo es centralidad discursiva, existencia misma en presencia ineludible, cuerpo vivo en relación continúa con el entorno en el que se expresan relaciones que desde un cuerpo en sus límites internos alcanza su plena exteriorización, ya que en él se pueden vaciar y hacer visibles micronarrativas y correlatos de presencia en un abundancia múltiple y polisémica conectada a una diversidad de trayectos capacitados para explorar los diferentes trayectos de (re)presentación simbólica que puede el mismo puede ofrecer, “ese cuerpo como re-presentación de sí mismo, re-presentación de nación (en su forma alegórica) y de género (en su vertiente simbólica) como metáfora de territorio, de identidad y complejidad de la existencia humana”
Cuerpos, discursividad y narrativas se unen en todo significantes. Él es el soporte de la acción del decir, del hacer visible la complejidad de la existencia humana en medio de una acción política de decisión que los ubican como presentación de lo no visible, de lo posible, un site en cual desarrollar historias individuales y a la vez colectivas, y en el que los cuerpos son visualizados, experienciados y consumidos en la perentoriedad de su afectación epocal. Cuerpos que escapan de toda normatividad, habilitados para cuestionar y cuestionarse, desde el ser ellos mismos el soporte desbordado por las múltiples formas de realidad.
El Cuerpo Narrativo de Eliseo Solís Mora
El despliegue del cuerpo ante la mirada del otro constituye, en sí mismo, la inscripción/concreción de la condición humana percibida desde una individualidad que ubica en su presencia universos simbólicos de diversas procedencias, que parecieran desconectados, sin embargo en la presencia del cuerpo como expresión primera de reconocimiento, estos se unen en medio de una naturaleza desemplazada, traslada al hacer real, por unos momentos, las fuerzas invisibles que condicionan a las fisicidades colectivas e individuales.
De allí, que surja la necesidad de poseer en el lenguaje performático una suplementariedad del cuerpo activada como estrategia, y entendida como una ““ininterrumpida cadena de suplementos que hacen del cuerpo una imposible presencia, una “concentración impura””, pues, él solo no se basta para establecer una narratividad compleja ante lo que se desea hacer visible, ante los conflictos y resoluciones que sabemos existen, pero no alcanzamos a hacerlos tangibles. El lenguaje perfomático, en este sentido, adquiere la formulación de un cuerpo-soporte en continua adición de significantes, ante la imperante necesidad de ser un cuerpo en el que se instalen historias. Cuerpo que se apropia de objetos, de indumentarias, de modos de ver y de normativas, cuerpo que se desprende de sí mismo para estar con otros.
Un desprendimiento que trae consigo la presencia de un cuerpo-soporte de carácter narrativo, levantado desde los desacomodos emocionales, culturales y sociales capaces de someter a los cuerpos sociales desde una aparente normalidad, instrumentalizada y disciplinante de la que pareciera imposible escapar, sin embargo en medio de ella emergen cuerpos conscientes que operan desde su posición de activación en tanto ser el dispositivo pertinente para generar una visión narrativa, momentánea, efímera, en la que actúan múltiples fuerzas de liberación de los hilos normativos e instrumentales que nos someten.
Surge, entonces, un cuerpo liberado de las ataduras normativas que hace visible lo que a simple vista se nos oculta por medio del uso de una subjetividad que juega con un “no es real”, al igual que con un sin un lugar en nuestra visión. Visión que será alterada para poder, desde nosotros, emplazar la imagen del “cuerpo extraño” que se nos presenta en la suplementariedad del cuerpo como (re)presentación de un cuerpo-soporte o cuerpo-narrativo, desbordado en su propia significación.
Es en la “suplementariedad” de un cuerpo-soporte, cuerpo-narrativo, donde emerge las particulares corporeidades del artista venezolano Eliseo Solís Mora (Upata, 1978- ) en tanto su ser como narración de lo no visible. Un cuerpo, que como el del artista, no es uno, pues en él se (re)presentan diversos e infinitos cuerpos emocionales y sociales, individuales y colectivos a partir de los tránsitos que permanentemente le marcan como sujeto, perteneciente a una corporeidad social afectada ante la presencia de diversos traumas que van más allá de toda discursividad, y de la cual Solís Mora escapa del centro de sí mismo, para convertirse en la enunciación consciente de otros, del malestar y de los conflictos que tensionan a los diversos cuerpos socioculturales y genéricos en la manifestación de su cuerpo-soporte-narrativo, capacitado en su polisemia para ser Un-ser-para-Otro desde diversas posibilidades de (re)presentación.
El artista configura una exterioridad significante desde su interioridad, y al mismo tiempo relacionante al ser en (re)presentación de un cuerpo ofrecido del sí mismo, “re-presentación de nación (en su forma alegórica) y de género (en su vertiente simbólica), como metáfora de territorio, identidad y complejidad de la existencia humana (…), pues en el amplio recorrido performático de Solís Mora se encuentra presente la consciencia de los diversos recorridos humanos vinculados a todo lo existente en su entorno y en las formas del cómo comprenderlo.
En este sentido, Solís Mora elabora una corporeidad múltiple en las cuales sus narrativas se bifurcan al igual que las trayectorias humanas. Debido a en su cuerpo-soporte-narrativo se explaya “una mirada que más allá de lo individual está referida al género humano como totalidad y, más allá de ello, al carácter que asume la realidad en tanto hecho imbricado y de conexiones entre sujetos y objetos”, como estrategia narrativa, ya que el cuerpo del artista es uno y muchos en un acto de reconocimiento de lo micronarrativo, de lo microhistórico, activado desde el interior hacia el exterior de sí mismo ante la decisión de una política de (re)presentación particular con la cual espera reconocerse en el cuerpo colectivo en medio de una activación de los otros a través de complejas lecturas sobre problemáticas humanas puntuales.
De allí, que desplazamientos, desarraigos, sexualidades, visualidades, enmascaramiento, movimientos o cuestionamientos políticos sean asumidos por la corporeidad del artista en medio de una impresión no codificada, efímera, que surge en el instante en el que se produce la expectación del aparecer ante el mundo, como un recorte singular de experiencias heterogéneas propias y ajenas. Un ir y venir de materias significantes flotantes que en el cuerpo del artista hallan asidero y consolidan la historia que excede a sólo el documento, pues el cuerpo de Solís Mora, sobre pasa al mismo para convertirse en narración, en relectura de lo que es y de lo que somos al desemplazarse del sí mismo.
Cuerpo-soporte, cuerpo-narrativo que, como el de Solís Mora se encuentra capacitado para anclar en él realidades opuestas, ocultas, que se harán visibles desde su propia corporeidad como consciencia, se añaden a ella una cantidad de estrategias apropiativas de la realidad, ya que su cuerpo se nutre de una multiplicidad de referentes, de ideas, de conformaciones identitarias a través del uso de objetos, vestuarios, telas, locaciones o de su propio cuerpo en total desnudez; todas dirigidas al desbordamiento de la condición humana, y con ello el cuerpo polisémico del artista transgrede nuestra visión del ser normativo, del ser instrumentalizado, con la intención de rasgar lo visible, para hacernos ver lo soportable y lo insoportable de nuestra corporeidad atada a fuerzas imperceptibles.
Solís Mora gira sobre su propia interioridad hacia la exterioridad significante de un cuerpo que ya no es él mismo, sino que ha convertido a su corporeidad en un cuerpo otro, en un cuerpo de otros, un verdadero campo de batalla de la significación, un site en el que se desarrollan lenguajes, códigos y simbologías que atan a los cuerpos (re)presentados en el desemplazamiento corporal del artista. No en vano el mismo dice en su Manifiesto Envuelto: “¿Ya no soy solo un cuerpo, soy aquello que jamás seré. Ya no soy solo un cuerpo, soy aquello que está en frente de mí. Ya no soy solo un cuerpo, soy una idea que muta en el tiempo. Ya no soy solo un cuerpo, soy plástico. Ya no soy solo un cuerpo, soy alter ego. Ya no soy solo un cuerpo, SOY?
¿Soy?, soy muchos al mismo tiempo (re)presentados en un cuerpo que narra continuamente un ser múltiple en otros, su cuerpo es acontecimiento continuo, campo de fuerzas y tensiones, de revelaciones y de enmascaramientos. Cuerpo que se localiza en hacer ver aquello que no es visto. Cuerpo que aparece, cuerpo que emerge desde lo profundo de su limitada condición para expandirse ante la mirada de otros en medio del momento preciso de las relaciones temporales, marcadas por las acciones performáticas, que sin embargo continua en la ampliación de los recursos que le apoyan para generar historias de propagación posterior, las cuales serán plasmadas en fotografías, videos, objetos, todos conservados en la suplementariedad de un cuerpo soporte-narrativo desemplazado ahora sobrevivido en otros materiales de consciencia.
Un-Ser-para-Otro
Eliseo Solís Mora en la diversidad de sus propuestas performáticas expresa un largo proceso de elaboración de consciencia con el cual puede hacer visible lo invisible a partir de microrelatos expandidos desde y sobre sí mismo, en la exterioridad de una presencia física ineludible, pronunciada dentro de acciones perfomativas gestadas en medio de la alteración del flujo de la vida cotidiana, pues, el artista aparece en las calles, en los aeropuertos, en el entorno urbano, donde por un momento inserta su inesperada narración, tan solo con la intención de generar una realidad afectiva dentro de un tiempo efímero en el que la corporeidad emerge como política de (re)presentación.
En esta dirección, los cuerpos de Solís Mora configuran nuevos giros de “(…) exposición de lo visible y de producción de los afectos –para determinar– capacidades nuevas, en ruptura con la antigua configuración de lo posible”. Configuración hallada en los límites de nuestra propia fisicidad, de donde el artista extrae los recortes pertinentes de las experiencias en común, con la intención de hacerlas aflorar en la centralidad de su evidencia expandida, ahora conducida por la exacerbación de un cuerpo soporte-narrativo que ha decidido ser historia, ser memoria.
De esta forma, Solís Mora nos conduce por la senda del volver a ver por medio de un ser que continuamente se transforma en otro, dependiendo de las problemáticas que le afectan tanto individualmente como en su consciencia de pertenecer a un cuerpo mayor, el cuerpo social, en el que se hace presente como llamada de atención, como cuerpo capacitado para tensionar la normalidad supuesta de un territorio emocional en crisis, que no desea ver sus propias angustias, y allí el artista ubica relaciones temporales de acontecimientos sabidos pero no lo suficientemente enunciados.
Acontecimientos obligados a emerger dentro de la capacidad del cuerpo de Solís Mora como diseminación significante. Un cuerpo que es muchos en un fluir permanente, articulado por el continuo deseo de narrar, pues es un cuerpo sin límite, que “no está quieto en sí mismo, porque no hay un sí mismo en el cual permanecer” y esa no permanencia se marca en la polisemia de su particular corporeidad en la que rearma de manera continua sus preocupaciones y deseos, sus angustias y desaciertos. Un cuerpo que sale de sí mismo, del yo mismo, que utiliza todo lo que esté a su alcance para configurar significantes fluyentes, alternativos y cambiantes en los que se encuentra inmerso y en los que su cuerpo expandido se convierte finalmente en Un-Ser-para-Otros.
Bibliografía
Barbancho, Juan-Ramón: De cuerpo presente. Narrativas del cuerpo en Andalucía, Sevilla, Escandón, 2007
Cruz Sánchez, Pedro y Hernández-Navarro, Miguel: “Cartografías del Cuerpo. (Propuestas para una sistematización)”, en: Cartografías del Cuerpo. La dimensión corporal en el arte contemporáneo, Cruz Sánchez, Pedro y Hernández-Navarro, Miguel (eds.), Murcia, CendeaC.
Jones, Amelia: Body art. Performing the subject, Minneapolis, London, University of Minnesota Press, 1998.
Rancière, Jacques: El espectador emancipado, Buenos Aires, Manantial, 2010
S/A: “La Paciencia: La fragmentación en Eliseo Solís Mora”, en: El Nacional, http://www.el-nacional.com/noticias/historico/paciencia-fragmentacion-eliseo-solis-mora_4685, (en línea)
1.Cruz Sánchez, Pedro y Hernández-Navarro, Miguel: “Cartografías del Cuerpo. (Propuestas para una sistematización)”, en: Cartografías del Cuerpo. La dimensión corporal en el arte contemporáneo, Cruz Sánchez, Pedro y Hernández-Navarro, Miguel (eds.), Murcia, CendeaC, 2004, p. 29.
2.Barbara Kruger citada por: Barbancho, Juan-Ramón en: De cuerpo presente. Narrativas del cuerpo en Andalucía, Sevilla, Escandón, 2007, p.11.
3. Barbancho Juan-Ramón: Ob. cit.: p.11.
4. Idem: p.12
5. Jones, Amelia: Body art. Performing the subject, Minneapolis, London: University of Minnesota Press, 1998, pp. 32-37, citada por: Cruz Sánchez, Pedro y Hernández-Navarro, Miguel, Ob. cit: p. 16.
6. Barbancho, Juan-Ramón: Ob. cit.: p.12.
7. S/A: “La Paciencia: La fragmentación en Eliseo Solís Mora”, en: El Nacional, http://www.el-nacional.com/noticias/historico/paciencia-fragmentacion-eliseo-solis-mora_4685, (en línea)
8. Ídem.
9. Rancière, Jacques: El espectador emancipado, Buenos Aires, Manantial, 2010, p. 65. (Las cursivas son nuestras)
10. Cruz Sánchez, Pedro y Hernández-Navarro, Miguel, Ob. cit: p. 20.