LA ONG SE SOLIDARIZA CON LA PROTESTA DE NUESTRO GRAN AMIGO RUBEN MONASTERIO POR EL ATROPELLO DE QUE HA SIDO OBJETO DE PARTE DE LA DIRECCION DE LA EMIS

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LA ONG SE SOLIDARIZA CON LA PROTESTA DE NUESTRO GRAN AMIGO RUBEN MONASTERIO POR EL ATROPELLO DE QUE HA SIDO OBJETO DE PARTE DE LA DIRECCION DE LA EMISORA CULTURAL DE CARACAS.

Declaración de Rubén Monasterios sobre su exclusión de la Emisora Cultural de Caracas

Los Corazones Solitarios se quedaron sin el Amable intruso en su intimidad

El espacio de Rubén Monasterios fuera de la programación de la Emisora Cultural de Caracas / 97.7 FM

A las personas que llaman a la emisora preguntando qué pasó con mi programa, les responden que yo decidí suspenderlo; eso no es verdad; en consecuencia, me siento obligado a explicar los hechos a los Corazones Solitarios que me telefonean, escriben y me abordan en la calle.
Un buen día me encontré con mi espacio suplantado por “música continua”, sin mediar causa ni explicación alguna; ocurrió después de dos años y medio de trabajar un promedio de cuatro horas de mi jornada diaria a favor de la Emisora Cultural de Caracas, sin recibir remuneración, y sólo animado por vagas promesas al estilo de “Pronto comenzará a operar el departamento de mercadeo”… “La próxima semana será la preventa de la planta”… “No falta mucho para integrarnos a una red nacional”… Auténticos cantos de sirena, interpretados convincentemente por el director, señor Omar Jeanton, quien me invitó a incorporarme a la ECC a principios de 2006, planteándome un panorama de desarrollo de la emisora muy atractivo.
El asunto comienza cuando le propuse al director continuar el programa mediante las grabaciones que conserva la emisora desde el inicio de “Corazones Solitarios”, participando mediante uno o dos programas especiales en vivo durante la semana, hasta tanto la organización captara un patrocinante para mi espacio; le expliqué que no quería seguir trabajando en condiciones de esclavitud voluntaria y que me sentía en exceso estresado a causa del traslado diario a la planta, cruzando la ciudad de lado a lado, a la hora pico de las 6 p.m. cada vez más difícil de sortear. El director aceptó la proposición, violándola días después, sin siquiera tener la elemental cortesía de notificarme personalmente su decisión.
Quiero dejar explícita mi solidaridad con la Emisora Cultural de Caracas, 97.7 FM; me cuento entre quienes debatieron a favor de su conservación como una entidad netamente cultural en cierto momento de crisis; bajo su dirección actual sigue siendo una de las contadas instituciones nacionales destinadas a satisfacer la necesidad estética y de confrontación de ideas de un sector de la colectividad; es la única emisora que pone en el aire programas en los que se abordan temas de alta cultura no específicamente concernientes a la política, y a través de su frecuencia en el dial el auditor puede escuchar músicas jamás radiodifundidas por otras plantas; es de suma importancia resaltar que también es la única planta de radio venezolana donde los realizadores gozan de plena libertad de creación, restringida en las restantes emisoras; esto es de suma importancia en un oscuro momento histórico de nuestro país caracterizado por la represión, el “pensamiento único”, la exclusión y el autoritarismo; fuera de toda duda, es un punto de oro a favor de su dirección.
Infortunadamente, al lado de esas facetas luminosas, están los groseros irrespetos a sus colaboradores −porque mi caso no es el primero− y otros aspectos que revelan falta de buena gerencia; así, es evidente que son nulos los esfuerzos de la dirección de la ECC por desarrollar la empresa; los productores y realizadores no reciben el menor respaldo de la organización en términos de un proyecto de mercadeo, de una acción consistente de venta, ni mucho menos de relaciones públicas que proyecte la imagen de los espacios y sus realizadores. De aquí que el funcionamiento de la 97.7 FM se fundamente en un sistema de explotación de quienes necesitamos un espacio en el medio para resolver nuestra pasión de hacer radio en forma de propuestas artísticas e intelectuales, mantenidos en estado de ilusión por cantos de sirena presentados bajo la forma de pretendidos proyectos de desarrollo; tiene visos de ser una cosa de la picaresca. No por otra razón la ECC está estancada, o peor aún: exhibiendo signos de declinación, por cuanto poco a poco pierde lo esencial de su capital: el talento vivo. Terminará convirtiéndose en un rockola de buena “música continua”.
La Emisora Cultural de Caracas tiene mucho potencial; es cierto que su alcance sólo abarca el área metropolitana de la capital, pero su público es muy calificado: lo configuran personas de nivel de educación superior y alta capacidad económica, representando un mercado posible importante para determinados productos y servicios; pero necesita de una gerencia que lidere un equipo de mercadeo y ventas capaz de posicionarla ante las agencias de publicidad y los posibles patrocinantes a partir de esas cualidades de su audiencia, de la calidad de sus programas, de la función que cumple en nuestro ambiente social.

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