Love Disorder: la fotografía de Helio León / LA IMPORTANCIA DE LA AUTOFICCIÓN / Natalia Matzner

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Natalia Matzner (a.k.a Ratalia Espigadora)
www.rataliaespigadora.com

La luz del flash pasa a través de mis dedos, el rojo de mi sangre tiñe el espacio, como una pátina de afecto. El rojo sigue presente y encuentra nuevas formas de manifestarse. El origen del terror y de la pasión.

Helio León.

Los amigos suelen ser personas de las que una aprende y admira. Con Helio compartimos un momento de nuestras vidas en Barcelona e hizo una serie de fotos a mi persona algo borracha colada en un parque de atracciones de barrio, también una vez nos infiltramos en un tren y luego saltamos un muro gigante de una finca en Colonia Güell, un extraño poblado textil industrial de los millonarios catalanes que fueron mecenas de Gaudí. De esa ocasión también existen fotos, una en particular que me gusta es de mi media roja rota con espigas pegadas. Pero bueno, acá estamos para hablar de la importancia de la autoficción, y en esta oportunidad de la punzante fotografía del especialista Helio León (¿se puede tener un nombre más bello? <3)

Helio es nómade y un curioso de los límites en el mundo del deseo. Esto le ha hecho viajar y experimentar. Esto le ha hecho sacar fotos bastante autobiográficas. Si bien él no siempre se captura a sí mismo, en el reflejo de las fotos se encuentra su historia doblegada. Helio también es nómade en experimentación artística. Le gusta leer, la pintura y el arte sonoro, lo que enriquece su fotografía e inquietudes de vida.

Para esta entrevista Helio creó una nueva narrativa de imágenes que en inglés nominó como “Love Disorder”.  Acá hablamos de lo que demandan las imágenes, del acto fotográfico, del poder regenerativo del arte, y también de los corset de piercing, shibari, tajitos, pequeñitos hematomas y de la importancia de ponerse a uno frente a la cámara para replantear los bordes de la fotografía. Y si no es una frente a la cámara al menos que sean los anhelos, y porqué no, los temores.

-Cuéntanos los nombres de las series originales que provienen tus fotos de “Love Disorder”. De dónde son y de cuándo.

Provienen de varios lugares y etapas en mi vida, entre Estambul (La Habitación Púrpura), Barcelona e Irlanda. Cada lugar y cada serie son inconclusos, tienen vida propia. Ahora me estoy adentrando en una nueva etapa en Irlanda, algunas de las nuevas fotos pertenecen a ella. Un nuevo trabajo se va formando poco a poco. La mayoría de las fotos aquí pertenecen a esta nueva fase. 

Quiero hablar de mi historia familiar y de cómo esta se relaciona con la historia común. Llevo tiempo cantando canciones, gritando, partiéndome de risa. Parece una gran broma, esta vida, el deseo, las relaciones, la herida inmensa encasquetada en el adn.

Los nombres son siempre provisionales, a excepción de La Habitación Púrpura, sé que no es sólo sobre Estambul, sé que esa habitación se encuentra en más lugares en Oriente Medio y las almas perdidas que son mi reflejo. Algunas se fugan y vienen a visitarme en el lugar donde estoy recluido. Traen consigo reflejos, arquetipos, leyendas y ancestros, golpes y fetiches.

-Cómo nombras esta nueva serie de fotos?

El título por ahora lo tengo solo en inglés, pero prefiero mantenerlo en secreto hasta que la serie esté completa.

-Siento que haz re-narrativizado tu pasado con este nuevo remix de imágenes.  Si bien se inicia y finaliza con un autorretrato, en todas las fotos estás presente de alguna manera. Siento que narran un recorrido de conocimiento o búsqueda. Temporal, social, individual? Supraterrenal?

Individual y social. Un retrato desnudo, quiero decir, indecente. Soy yo y mis tripas, me gusta restregarlas como una pátina sobre mis imágenes, es algo obsceno. Una forma de amar que no funciona. Múltiples formas de amar. La excitación del ojo. Un espacio ideal, fantástico – hubo momentos en los que sentí estar al borde del brote psicótico, la percepción del espacio alterada, la percepción del ego… – . 

La herida viene de atrás, generaciones atrás. Vengo de un lugar sádico. Un lugar de amor y de delirio.

– Creo reconocer las piernas de Sevda Yilmaz. Cuando vi las fotos que le tomaste en Estambul viajé contigo a esa experiencia. Cuéntanos cómo la conociste y quién ha sido Sevda en Estambul. (y si supiste su reacción luego de la publicación de sus fotos en Vice España.) (insertar link: http://www.vice.com/es/read/helio-leon-sevda-yilmaz )

No, no son las piernas de Sevda en este caso, sino de Amber, a quien conocí hace unos meses. Fue un encuentro importante que me trajo de vuelta a los conflictos en los que estaba trabajando en La Habitación Púrpura, pero bajo una nueva luz. Tiene que ver sobre los límites personales y el deseo. Mi necesidad de dejarme ir, de dejarme contaminar, invadir, y el dolor que eso conlleva. Mi necesidad de romper el espejo, y de a su vez asentarlo firme, la barrera. Ahora estoy al otro lado del espejo, me atrapa y lo navego. Ese fue el regalo que me hizo Amber, reintroducirme en mi hogar perdido, devolverme la llave en un acto incosciente y generoso. La llave venía en un juego con nuevas llaves. Voy encontrando nuevas puertas más allá del pasillo.

A Sevda la conocí en la calle más transitada de Estambul. Nada más verla sentí un gran deseo de conocerla, de que me mostrara su hogar y fotografiarla allí. Iba caminando rápido en la dirección opuesta así que me apresuré a alcanzarla y le ofrecí tomar un té. Nos sentamos y me enseñó artículos que había escrito en el periódico hacía años, bajo su nombre de hombre, Ali Keman. Le dije que quería fotografiarla e inmediatamente me invitó a su casa, sugiriendo que quizás la podía fotografiar probándose ropa, y eso era exactamente lo que tenía en mente.

Las cosas no han cambiado mucho para ella en Estambul, me habla de sus amantes, creo que tiene el mismo novio, un joven musulmán. Nos entendemos bastante bien, especialmente cuando estamos el uno enfrente del otro. La vida parece transcurrir como si no pasara nada, aunque todo valla empeorando poco a poco alrededor. Los ríos marginales y sus afluentes, parecen intocables. Aunque las autoridades intenten extirparle el corazón a la ciudad. Puede que poco a poco se vuelva más y más famélico. Es triste. Pero todo lo que sube baja y todo lo que baja, vuelve a subir.

Con lo de Vice España Sevda estaba encantada, contenta de que compartiera su historia. Ojalá alguien traduzca algún día su libro al castellano o al inglés. Me gustaría mucho poder leerlo, pero claramente no hablo turco suficiente para eso, ni mucho menos.

– En la serie que nos entregas ahora, “Love Disorder” detecto algunas fotos de la escena posporno de Barcelona. Por ahí leí que cuando te introdujiste en el ambiente comenzaste a sacar fotos para entenderte a partir del reflejo, incluso para entender tus heridas de tu feminidad y masculinidad. ¿Cómo puede llegar la fotografía a ser un arma de auto-rescate? ¿Y en esa época en particular?

Hubo un largo periodo de tiempo en Barcelona en el que no tenía cámara, unos 9 meses o así. Fue un periodo en el que estaba bastante perdido, la cámara le daba un sentido a mis actos y mis experiencias, a mi investigación, la posibilidad de trascenderlas. La fotografía le da sentido a lo que vivo, me ayuda a evitar caer, por muy duros que sean algunos momentos.

Mis motivos conscientes para sacar fotos en aquel momento eran distintos, pero mirarlas con el tiempo me ayuda a entender, ver cosas que eran invisibles para mi. Editar es una parte muy importante del proceso, cuando las cosas adquieren un nuevo sentido y tenemos la posibilidad de decir algo más allá de la experiencia.

– Podrías señalarme tus fotógraføs y artistas referentes, quizás los que estén más apegadøs al resultado fotográfico como reflejo de tránsitos personales.

Hay demasiados. La manera de afrontar la realidad de Caravaggio fue una gran influencia desde mi adolescencia y sigue ahí, muy presente, es una de las raíces. La melancolía de Juan Rulfo, el mundo fantástico, salvaje y triste de Roberto Bolaño, la sexualidad mística de Egon Schiele. Más tarde aparecio Nan Goldin, con su trabajo tan duro, tierno y profundo.

Hay muchos más, que sigo descubriendo, pero estos son los que se encuentran principalmente en la raíz, en mis años de formación, de sueños y delirio. Todo viene de la adolescencia. La herida está ahí y el adulto es un niño eterno.

– ¿Expos individuales y grupales?

Por ahora algunas expos individuales pequeñas y otras grupales más grandes. En ambos casos es excitante tener la posibilidad de expresarse en el espacio, jugar con la luz, la oscuridad, objetos, creando nuevos diálogos entre las imágenes y con el espacio mismo. El espacio y sus posibilidades determinan lo que se muestra y como. Me gusta cuando un espacio tiene personalidad, quiero edificios antiguos, iglesias, mazmorras.

– Qué quieren de ti tus imágenes.

Transformar el dolor, ayudarme a encontrar respuestas, mostrarme el subconsciente, provocarme el placer tan íntimo de esa identificación, un espacio no solo mío sino colectivo, una especie de catarsis. Hay un gran placer en los colores, resplandecientes colores sobre el negro. Es un mundo imaginario que se encuentra en el real, ese es para mi el significado del reflejo que se produce en la cámara oscura a través de la lente. Quieren que me adentre en ese mundo para mostrarlo, para revelarlo. Es un gran privilegio. Mis imágenes quieren de mi que las revele.

– Hay veces que crees que el ‘acto fotográfico’ (cuando sacas la foto) ha sido más relevante que la fotografía en sí. Si ha sido así, cuándo.

El acto fotográfico para mi es como un trance que me lleva a otros mundos. La cámara está ahí para revelar cosas que no se pueden ver con los ojos, es un especie de llave o portal. Las fotografías no son relevantes en sí mismas, pero poseen una cualidad mágica, una fascinación hipnótica que se encuentra también en el acto de tomar las fotos, en el ritmo al tomarlas, es una especie de danza.  La fotografía es un espacio para el descubrimiento de mundos escondidos, y en el acto se crea un espacio, un especie de templo donde sucede la catarsis, el diálogo y la escucha.

– Corset de piercing, shibari, tajitos, pequeñitos hematomas: ¿cuál es el preferido para fotografiar? Cuéntanos! Haces shibari y luego fotografías? Haces tajitos y luego fotografías?

Cualquiera que muestre una emoción real, susceptible de convertirse en símbolo o en metáfora de lo que ocurre bajo la superficie. El color púrpura tiene un gran significado para mi, y este se encuentra en los hematomas.

Sería mucho decir que hago shibari, aunque si que aprendí algunos nudos, a veces sigo utilizando las cuerdas, pero improvisando, inventándome nudos sobre todo, me apasiona moverlas entre mis dedos, es una sensación muy especial, como de estar poseído por su movimiento, y poder expresar un sadismo suave y dulce. Como se suele decir, una conexión entre el amante, las cuerdas y nosotros. Para mi las cuerdas tienen vida propia, es como si se movieran por sí mismas. Las utilizo de vez en cuando pero no tanto como solía antes. Son etapas. Y aunque suela hacer fotos después o durante una sesión  no es eso lo que busco, la belleza de las cuerdas y los nudos, no es lo que quiero documentar. Pero a veces si aparecen metáforas de manera espontánea.

Tajos, jamás he hecho nada de eso pero si he documentado tajos que otros han hecho.

-Por último, sé que te es importante también el mundo de las letras. También sé que escribes de una manera autobiográfica y de impresiones sobre tu entorno. Te gustaría abrir más esa veta de escritura+fotografía?

Si. Pero necesito un espacio ahora mismo. Necesito el sonido de la máquina de escribir. Últimamente escribo mucho más en mi cabeza que en el papel. Por suerte tengo la posibilidad de improvisar, de utilizar la palabra y el grito. Esto lo hago junto a artistas sonoros aquí en Cork, proyectando mis imágenes, dialogando con ellas, y a veces destruyéndolas. Es un acto catártico, un especie de ritual. Me da la posibilidad de canalizar, de lo personal a lo colectivo y a la inversa.

La fotografía es mi manera de escribir, son artes muy relacionados en ciertos casos, sobre todo en el proceso, la manera de afrontar la realidad. Los dos tienen que ver con una investigación personal en la vida y en el mundo, un testimonio. Ambos conectan con el mito del detective solitario.

– Y por último por último, qué onda el rojo!? Cuéntanos de esa nueva experiencia de fotografiarse en las ducha. ¿Hay renovación? ¿Hay purga? ¿Hay saneamiento?

Durante todos estos años de obsesión fotográfica me he fotografiado bastante poco, creo que sobre todo por que me gusta sujetar la cámara con mis manos al hacer fotos, tener el control. No es el caso cuando te fotografías a ti mismo. Dejas la cámara ahí preparada y tienes que dejarte ir, confiar. Es algo terapéutico.

Está la gran pregunta de quiénes somos, normalmente no podemos vernos desde fuera, la cámara nos da la posibilidad de analizarnos, casi de forma clínica. Empecé esta secuencia por necesidad. En ese momento lo necesitaba, hacerlo cada día, conocerme, volver a ser, aceptarme.

La actividad de ducharse y acicalarse tiene que ver con renovación, saneamiento y purga desde luego. Actividades muy simples pero necesarias y con un significado profundo. Rituales cotidianos.

Fotografiarme me está ayudando a asentar nuevos límites como fotógrafo y a encontrar una nueva confianza y entendimiento a al hora de fotografiar a otros. Todo tiene que ver con los límites personales, asentar esos límites y trabajar con ellos. La cámara devuelve caricias al alma.

El rojo. Desde niño siento una obsesión con la sangre, ese fluido mágico que conecta con la vida y la muerte, con el amor y con la violencia. A menudo la sangre me provoca estados emocionales difíciles de controlar, relacionados con el terror, con la fobia, seguramente ese sea el origen. La luz del flash pasa a través de mis dedos, el rojo de mi sangre tiñe el espacio, como una pátina de afecto. El rojo sigue presente y encuentra nuevas formas de manifestarse. El origen del terror y de la pasión.

Más info:

http://helioleon.com

http://www.vice.com/es/tag/Helio%20León

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