Manuela Benaim. Caracas 1996.
A través de la desconfiguración de la anatomía humana, mi propuesta es desvanecer la división entre el mundo exterior y el mundo interior de cada persona. El resultado es una mezcla entre la humanización de objetos y la objetificación de cuerpos, creando un mundo antropo-doméstico, que permite que el alma traspase la piel.