Salsita vs Veneco Pan/Box en la Frontera o Una Política de Proximidad / Por ELIZABETH MARÍN HERNÁNDEZ

Dra. Elizabeth Marín Hernández

Departamento de Historia del Arte

Escuela de Letras

Facultad de Humanidades y Educación

Universidad de Los Andes

Vivimos en un tiempo y un espacio donde las fronteras, tanto literales como figuradas, existen por doquier (…)

La frontera traza los límites; mantiene a la gente dentro y fuera de un área; marca el fin de una zona segura y el comienzo de una peligrosa. Enfrentar la frontera y, más aún, cruzarla presupone un gran riesgo. En general la gente tiene miedo de cruzar la frontera (…)

Alejandro Morales: Dynamic Identities in Heterotopia

La Frontera

La posibilidad de generar lugares reflexivos de encuentro y desencuentro, configura la práctica de una visión distinta del orden de las cosas comunes, al menos en su apariencia o en la manera de encararlas, para con ella conducir la puesta en escena de un conflicto, el fronterizo, capacitado en su significancia por ser el lugar de conocimiento de límites vagos, de relaciones impuestas, de espacios de comunicación cambiantes, en los que se esgrimen los criterios de Nación y frontera como relatos supremos.

Relatos que en su profundidad nos hablan de estar en contra del otro, del exterior, negados a visualizar de manera consciente los profundos intercambios y pertenencias producidos en el devenir de la historia y del tiempo dentro de zonas territoriales permeables a otros y con otros, lugares de lo no dicho, espacios en los que se imagina la ausencia, la abundancia, la perdida, la presencia y la batalla por la subsistencia de una sociedad que habita en los bordes de los territorios, con Fronteras en todas partes, pero en un mundo en donde la ciencia de ningún geógrafo o cartógrafo resulta idónea para la tarea de situarlas en el mapa. Y una vez comprendido esto, ¿quién puede decir son «los unos», «los muchos», «los devenidos en otros», y el «todo» cuya suma total podría ser capaz de repensar, o de olvidarse realmente de pensar? (Jhonson y Michaelsen: 2003, p.38)

Pensar en quiénes habitan el margen de una Nación produce, por ende, la evidencia de las particularidades de los sujetos de frontera, definidos en «los unos», «los muchos», «los devenidos en otros», y el «todo» como subjetividades del borde, del intercambio continuo, no marcados por una definición de Nación estable, pétrea, cerrada, sino por una visión de nostalgia, de certeza del deseo hacia el otro espacio que se ha transformado dentro de las discursividades económicas y políticas actuales en zonas de conflicto, de pugnacidad, en las que participan de manera involuntaria las poblaciones de ambos lados de la frontera.

Situaciones como estas son semejantes a las diversas fronteras del continente americano, en cualquiera de ellas desde Centroamérica hasta Norteamérica o en los complejos límites que tratan de cerrar las fronteras de Suramérica. Sin embargo, cada una de ellas posee una especificidad de conflicto, de pugnacidad por las pertenencias y las añoranzas, de las contingencias de sus trasvases y de su manipulación discursiva dentro de los estamentos del poder imperante, que observan a la frontera como un límite dispuesto a ser cerrado en cualquier momento, y en el cual parecieran no existir los reconocimientos de los complejos movimientos simbólicos accionados por diversos grupos humanos en el seno –como esgrimen Jhonson y Michaelsen– de una relación recíproca y agonista que afecta a todos.

Box en la Frontera

Las relaciones humanas en la frontera, específicamente en la frontera colombovenezolana, son abordadas, por la jugada del box y su ubicación en la frontera, desde una reciprocidad de lugares de pensamientos comunes y extraños, en tanto a una pugnacidad conducida por medio de la ironía y el sarcasmo, como elementos reflexivos de prácticas relacionales, de presencia modesta, no sólo en cuanto su propuesta efímera y lúdica, sino en la “redisposición de los objetos y de las imágenes que forman el mundo en común ya dado, o la creación de situaciones dirigidas a modificar nuestra mirada y nuestras actitudes con respecto a ese entorno colectivo”(Rancière: 2005, p.5), sensible de ser reflexionado por medio de la participación de todos.

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

 Salsita vs Veneco Pan (2015) videoperformance realizado por Óscar Salamanca (Colombia, 1968-) y Ender Rodríguez (Venezuela, 1972-), en el marco encuentro de propuestas artísticas ‘Estar en situación, perforar el contexto’ a cargo del Grupo Cuatro Cubos Crudos, quienes conscientes de la situación realizaron una investigación curatorial centrada en el desarrollo y la discursividad expositiva de los Salones Regionales de Artistas, anteriores, y que para el 2015 involucró la producción artística del oriente colombiano y del estado Táchira de Venezuela, evento que fue auspiciado por el Ministerio de Cultura de Colombia, ocasión precisa y aprovechada por Salamanca y Rodríguez para simbolizar, en la puesta en escena y desarrollo del pugilato, una microsituación generada por los discursos del poder en tanto al cierre de la frontera y de las afectaciones que las poblaciones fronterizas han tenido en medio de la misma, junto a la transformación de las visiones sobre los territorios colombianos y venezolanos, pues,

En tiempos pasados los colombianos veíamos la riqueza en Venezuela como un sueño americano en chiquito a alcanzar. Luego, ahora más reciente, nos paseamos los colombianos campantemente por Venezuela con un “super” peso que derrota la economía ficticia del mercado intercambiario. La hermandad consistió en ser solidario y ayudar. Casi todas las familias de la zona fronteriza comparten familia a cada lado de los países y la migración se sigue dando sobreponiéndose a las medidas de excepción. (Salamanca: en línea)

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Salsita vs Veneco Pan (2015) Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

Como presentación del contexto político, económico, social y fronterizo actual, el videoperformance Salsita vs Veneco Pan, nos nuestra una realidad, que para muchos pareciera lejana, un problema más en estos convulsionados países, sin embargo, posee una historia de intercambios emocionales y de memorias sobre los territorios físicos de Colombia y Venezuela en medio de su cotidianidad, en la que se han movilizado diversas visiones de desconocimiento y de reconocimiento de «los unos», «los muchos», «los devenidos en otros», y el «todo» a partir de la desterritorialización de los idearios de Nación.

Debido a que las comunidades fronterizas existen dentro del intercambio continúo de migraciones permanentes, que escapan de los poderes establecidos por medio de los intersticios de las vigiladas líneas divisorias de ambos países, por medio de una movilidad simbólica y física, que les permite traspasar las barreras impuestas y, donde la idea de paso fronterizo se disipa dentro de una producción múltiple e inestable de fragmentos microcontextuales en los cuales se desarrollan fuerzas de comprensión del vivir entre límites.

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

En este sentido, las comunidades fronterizas colombovenezolanos han desarrollado locus particulares de discernimiento en cuanto a sus conflictos, modos de identificación, costumbres y tradiciones, toda una esfera de significaciones múltiples afectadas por el cierre fronterizo en el que se producen situaciones desconcertantes en tanto a su accionar simbólico y colectivo.

Para algunos feligreses, este año requerirá un esfuerzo distinto para cumplir con ciertas tradiciones propias de la Semana Santa, como por ejemplo, la visita a los siete templos.

Como consecuencia del cierre fronterizo, hace más de siete meses, y los nuevos controles migratorios terrestres en Colombia, los habitantes de San Antonio y Ureña deben circunscribirse a las iglesias ubicadas dentro de sus respectivas ciudades, aunque ello implique recorridos más largos.

Así lo señaló el sacerdote católico Reinaldo Contreras, párroco de la iglesia de San Antonio de Padua, en San Antonio, quien recordó que para el recorrido de los siete templos, cientos de personas solían cruzar la frontera para visitar indistintamente las iglesias.

El recorrido tradicional para los fieles católicos era visitar la Catedral de San Antonio de Padua y la Iglesia La Sagrada Familia ambas en San Antonio, la Iglesia San Juan de Ureña, la Iglesia Virgen de Lourdes de Aguas Calientes, la Iglesia de Villa del Rosario, la Iglesia de Lomitas, y la Catedral de San José de Cúcuta.

El presbítero precisó que son seis los templos ubicados del lado venezolano, y que en estas circunstancias los feligreses deberán movilizarse hasta Rubio, Capacho o San Cristóbal, para completar sus recorridos, mientras lo propio deberán hacer los creyentes colombianos.

Adicionalmente, el sacerdote comentó que el cierre también afecta la participación en las misas, e incluso el funcionamiento de la iglesia.

“Hace días necesitamos un párroco de urgencia para hacer una suplencia, y las autoridades no lo dejaron pasar”, declaró. “Los sacerdotes no tenemos ningún tipo de preferencias, y se nos exigen los mismos requisitos para cruzar la frontera”. (Cardozo: en línea)

Situaciones como esta ejemplifican los desbordes de los significantes cotidianos y tradicionales de las poblaciones de la frontera, en las que se manifiesta las definiciones de los estamentos de un poder que se encuentra en todas partes, “(…) porque se está produciendo a cada instante, en todos los puntos, o más bien en toda relación de un punto con otro.” (Foucault: 2005, p. 113), con la intención de ejecutar una escisión social a partir de un aparente desconocimiento de las relaciones internas de las poblaciones, a riesgo de establecer el conflicto como medio de interacción permanente.

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

De allí que la acción perfomática central sea canalizada por la evidencia de la pugna y de la operación potenciadora de la reciprocidad agonista, para parecer en medio de una simulación mutua, desplegada a través de una intencionada pelea, un combate en medio de la línea demarcada como frontera, en la que cuerpos masculinos tratan, o al memos pretenden, demostrar la fuerza de los territorios en conflicto, en los que el poder cambia en cada impacto o en las figuras que despliegan la lucha, desde el mototaxista al bachaquero, o de la lucha entre los artistas quienes se autodenominan Salsita, puño arte, como portador de la estirpe colombiana y Veneco Pan, como el agente de la resistencia, agraviado por la destrucción de su país.

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

Ambas denominaciones en cuanto a los personajes del videoperformance Salsita, puño arte y Veneco Pan, conceptualizan dos miradas sobre los desplazamientos significantes de la frontera, en cuanto a los acuerdos y desacuerdos de los Estados Nación, Colombia y Venezuela, pues definen dos actitudes diferentes al sentirse y al pertenecer a un bando o al otro. El box presenta una relación de fuerzas, un choque de cuerpos, de heridas mutuas, de conflicto de posiciones, en los que se manifiesta una política de confrontación, realizada por otros medios, y más en los actuales momentos en los que se hace perentorio una situación de los conocimientos ante el cierre de la frontera, como espacio en el que se han dispersado múltiples relaciones tanto legítimas como ilegítimas.

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

De aquí que, la frontera colombovenezolana se encuentre focalizada en medio de una diversidad de fuerzas de dominio que debemos superponer para comprender las disgregación de los discursos, debido a que estos “se forman y actúan en los aparatos de producción, las familias, los grupos restringidos y las instituciones, y sirven de soporte a amplios efectos de escisión que recorren el conjunto del cuerpo social” (Foucault: 2005, pp.114-115), sometido a decisiones externas e internas que afectan su cotidiano desenvolvimiento.

La actuación de la pelea, de una pelea que va más allá de la simple riña o del box como espectáculo, configura en Salsita vs Veneco Pan un campo de batalla simbólico, en el que se solapan distintas visiones del poder a partir de un contexto creado dentro de una microsituación participativa, relacional, en la que se manifiesta los juegos del lenguaje de los participantes, dentro de los diversos poderes de sujeción de la sociedad fronteriza presentes en medio de un escenario estratégico complejo, la línea divisoria, el Puente Simón Bolívar que determina a esta particular sociedad.

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

Salsita vs Veneco Pan abren paso al lenguaje discursivo de una estrategia reflexiva a través de una experiencia visual, concreta, aparentemente cotidiana, basada en un elemento lúdico como enunciación recíproca, contextual y conocida por todos, una simple pelea en medio de una calle con elementos mínimos para su puesta en escena, sin embargo esta modestia representacional del combate, colocada en marcha por los artistas Salamanca y Rodríguez, acude directamente a una significación profunda hallada en hechos “(…) apenas distinguibles de las vida ordinaria y presentadas en tono irónico y lúdico más que crítico y denunciador, tienden a crear o recrear lazos entre los individuos, a suscitar modos de confrontación y de participación nuevos”(Rancière: 2005, p.5).

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Salsita vs Veneco Pan (2015)

Diversos habitantes de la línea fronteriza participan gustosos de una acción en apariencia improvisada, dentro de un contexto colaborativo en los que los entes del poder sólo se muestran como observadores ante el hecho del pugilato escenificado a plena luz día, en medio de la zona fronteriza en conflicto, para con ello crear una micropolítica de proximidad en la se hace patente los problemas en común.

Sobre la economía de sus fronteras, se producen desplazamientos de divisas abusando del derrumbe en el precio del petróleo, que trae consigo la pobreza del venezolano, el desabastecimiento, el abuso de las mafias y la guerra del capital de mano del dólar alto. Prácticamente la única economía de las fronteras consiste en lo que deja el avivato que trafica productos subsidiados venezolanos hacia Colombia y la esperanza del venezolano por poder pagar lo que ve en las vitrinas colombianas con un bolívar tan devaluado. La guerrilla colombiana también hace de las suyas convirtiendo la economía de fronteras en pasto y refugio ocasional, cada vez que arremete la fuerza pública y la presión social. Las autodefensas como grupos paramilitares igualmente, siguen teniendo un poder a lo interno de Colombia y hacia afuera, además de que otros personajes nefastos como sicarios o narcos hacen su agosto también. En ese caldo de cultivo, el gobierno venezolano de seudoizquierda cierra la frontera y estigmatiza las relaciones ancestrales entre colombianos y venezolanos como causantes de su actual pobreza y desprotección social. (Salamanca: en línea).

Salsita vs Veneco Pan conducen a través de sus cuerpos y su box callejero todas estas problemáticas, colocan en ellos los diversos vectores de poder “ejercidos desde innumerables puntos, y en el juego de relaciones móviles y no igualitarias” (Foucault: 2005, p.114) que escinden a las poblaciones de la frontera como si se tratara de simples objetos a ser dispuestos dentro de un perverso tablero de intereses.

La estrategia de organizar los conflictos por medio del videoperformance realizado en el box callejero, busca activar un contexto dentro de una política de proximidad de los eventos que sacuden a esta zona, por medio de una expresión artística que no pareciera arte, un in situ con el cual generar la reflexión y la esperada convergencia del conocimiento de las cosas en común de los pobladores de la frontera

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

Es en estas acciones estratégicas donde Salamanca y Rodríguez apuestan a “ocupar un lugar en el que se redistribuyan las relaciones entre los cuerpos –propios y sociales–, las imágenes, los espacios y los tiempos” (Rancière: 2005, p.5. Las cursivas son nuestras), ajustados a estas comunidades en intercambio permanente, y en las que pretenden realizar la visualización del orden sensible subyacente y oculto dentro de los discursos de los poderes imperantes en conflicto.

De allí que se genere un desplazamiento, dentro la proximidad de los cuerpos y de su accionar como política, no del poder establecido, ni en la búsqueda de una denuncia, sino en la localización de la percepción del conflicto, que encauzado por medio de las relaciones contextuales de los contrincantes, se implementa una reconfiguración de los lugares en disputa, ahora distribuidos en la demarcación de un ring de boxeo participativo y desconcertante, en el que las materias simbólicas de la frontera son reorganizadas, para desde allí generar la constitución de una política de la proximidad.

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

Salsita vs Veneco Pan, en esta dirección, maniobran dentro de la complejidad de la lucha de los cuerpos propios y sociales, con la intención de generar la discontinuidad del entorno cotidiano a través de la irrupción de los luchadores que toman el contacto de sus corporeidades como el medio canalizador de una política no concebida en el ejercicio del poder o la lucha por el mismo, en sus diferentes vectores de actuación, sino como la comprensión de su espacio, de un “espacio específico, la circunscripción de una esfera particular de experiencia, de objetos planteados como comunes y que responden a una decisión en común, de sujetos considerados capaces de designar a esos objetos y de argumentar sobre ellos” (Rancière: 2005, p.6), ante las diversas situaciones que amenazan y dividen al territorio fronterizo.

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

Los artistas, Salamanca y Rodríguez, actúan ante la necesidad de hallar en este ring de boxeo callejero el espacio capacitado para emerger como un lugar específico de la experiencia, un lugar de proximidad política con el cual designar los problemas en común de los habitantes del límite colombovenezolano, al poner en juego por medio de su performática lo común, lo justo y lo injusto, lo propio y lo ajeno.

Salsita vs Veneco Pan, en su accionar relacional, disponen de un espacio y un tiempo de narratividad visual y experiencial, en los que se superponen diversos estratos de significación, distribuidos en aquellos que participan de la pugna, del conflicto y donde se reconfiguran los desacuerdos como “la presentación sensible de ese carácter común, la calidad misma de los interlocutores al presentarlo. La situación extrema de desacuerdo es aquella en la que no –se ve el objeto común que le presenta Y porque no entiende que los sonidos emitidos por éste componen palabras y ordenamientos de palabras similares a los suyos.” (Rancière, 1996: p.3. Las cursivas son nuestras).

Y es en este lugar, fronterizo, donde se ejecutan las disputas por visiones, recuerdos, memorias, intercambios, regímenes políticos de sujeción, legales o ilegales, y allí se encuentran narrativas cotidianas, dispuestas, para no comprenderse, pues todas parten de una diversidad de acciones de dominio que surgen desde una misma complejidad de puntos, sean paramilitares, guerrilla, contrabando, mercado monetario ilegal, migraciones o los poderes constituidos en ambos países, y que entorpecen los acuerdos en común.

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

Es en este complejo contexto donde la práctica artística conducida por Salamanca y Rodríguez encuentra el tiempo de una política de la proximidad, dentro del desacuerdo llevado a la presentatividad del box fronterizo; que basado en la lucha del cuerpo a cuerpo y la ironía, que las mismas pueden enunciar, dentro de una práctica discreta y modesta con la cual referirse a los problemas en común, en los que “es ser un ser que se sirve de la palabra para discutir. –Y donde– Las estructuras del desacuerdo son aquellas en las que la discusión de un argumento remite al litigio sobre el objeto de la discusión y sobre la calidad de quienes hacen de él un objeto”. (Rancière, 1996: p.4. Las cursivas son nuestras), tal como se muestra y se patentiza en el pugilato realizado por los artistas, en el que se superponen los contextos y las acciones de diversas redes de sentido y significación en conflicto.

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

De esta manera, Salsita vs Veneco Pan transita por medio de una división distinta de lo sensible, de lo político, al conducir la cotidianidad de la frontera, cerrada, vigilada y obstruida, a una proximidad de acción dirigida a interrumpir el desenvolvimiento extraño y extrañado de la zona del límite colombovenezolano. En ese lugar detienen por un momento su actual significación, para con ello manifestar de manera reflexiva la división de lo sensible que acusa esta población ante sus problemáticas, dentro de los múltiples ejercicios del poder.

Ambos artistas reconfiguran la proximidad de los significantes en conflicto a través del recorte de un espacio-tiempo determinado para la acción, donde sujetos y objetos participan desde lo común y particular de los desacuerdos cercanos, capaces de irrumpir e interceptar a los tiempos normales de la experiencia, al encontrarse dentro de la visualización de un espacio en común que ha hecho de su objeto de consciencia la situación del conflicto.

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Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

Los cuerpos de Salamanca y Rodríguez, junto a su performática participativa, funcionan como interlocutores de las particulares situaciones fronterizas colombovenezolanas, de sus añoranzas, de sus recuerdos, de sus acuerdos y desacuerdos al colocar en evidencia el prolongado cierre de la frontera, en el que los estamentos del poder parecieran entender y a la vez no entender lo que dice el otro.

Salsita vs Veneco Pan (2015). Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

Salsita vs Veneco Pan (2015).
Imágenes cedidas por Óscar Salamanca

Como consecuencia la pérdida del sentido de una situación que ha traído las dificultades de existencia, de movilización y la escisión una población, bajo la idea de la protección y de lo justo, determinado por el manipulado ideario de Nación de ambos países, que no contempla el orden que determina la distribución de lo común desde el devenir de una historia mutua, recíproca y agonista, donde la práctica artística contextual y relacional de Salsita vs Veneco Pan extrae su significancia, con la intención de encontrar una forma inédita de significación y de reflexión del mundo en común.

Bibliografía

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